— ¿Sabes? en un universo paralelo estamos casados.

Ella soltó una carcajada.

— ¿Y somos felices?
— Sí, mucho. Y tenemos hijos…

Puede ver que ha cambiado su semblante pero no logra descifrar que pasa por su cabeza. Ha cubierto su cara con la taza de café.

No le da tiempo de preocuparse pues su teléfono comienza a sonar insistentemente. Ella baja la taza de café, y ahora está divertida.

— ¿No vas a contestar? — pregunta como si no supiera la respuesta.
— No, debe ser el trabajo. — miente descaradamente.
— Quizás es importante si te llaman a estas horas, no quiero que te despidan. — dice ella, ahora en tono muy serio.

Antes de que pueda decirle algo, el teléfono deja de sonar.

A ella le molesta verlo así, le molesta toda la situación. ¿Por qué decidió involucrarse? ¿Por qué no sale de ahí?

Él ha bajado la mirada, se encuentra completamente avergonzado. Por su cabeza pasan miles de ideas.

— Siempre he querido un perro — le dice.
— ¿Eh?
— ¿En ese universo, tenemos un perro? — le dice sonriendo.
— Ah, sí, tenemos uno. — dice no convencido.
— ¡Lo sabía! — dice triunfalmente.

Ella no lo deja decir más. — Me he divertido mucho hoy. — dice mientras se levanta de la mesa. — Te toca pagar a ti. — remata.

— Sí, no te preocupes, yo pago.
— No me preocupo. — sonríe de nuevo mientras termina de recoger sus cosas.

El teléfono suena de nuevo.

— Ve, arregla tus asuntos de trabajo, otro día seguimos hablando de ese universo.

Se aleja de la mesa y se dirige a su automóvil. No entiende, pero como siempre no quiere entender. No le importa lo suficiente como para querer encontrar una explicación.

Mueve la cabeza de un lado a otro, libera la tensión en su cuello. Sube a su auto y va a su casa pensando que en otro universo tiene un perro y no tiene que regresar sola a su casa.

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