— No es que no pueda escribir…
— ¿Qué te detiene?
— Estoy esperando el momento correcto, no puedo simplemente sentarme y pretender que la idea fluirá de mi cerebro a mis dedos. No funciona así, así no ocurren las cosas.

— ¿Y no es lo que estas haciendo ahorita?
— ¿A qué te refieres?
— Te sentaste y simplemente comenzaste a escribir. Sin agenda, sin propósito, solo porque si.
— Pero es diferente.
— Explica.
— Quería desayunar, lo juro, estaba intentando preparar el desayuno. No he comprado nada asi que el refrigerador esta vacío.
— Aja.
— De pronto comencé a pensar que pasaría si mi vida estuviera siendo escrita por alguien mas. Qué careciera yo, de control sobre ella. Es una persona sentada en algún lugar planeando lo que voy a decir, que voy a hacer
— ok…
— Por cierto, el desayuno, buenísimo.
— no te distraigas.
— no, no, todo es parte de lo mismo ¿Sabes? Así es cuando siento que puedo escribir, partiendo de la cotidianidad, llevándola al absurdo.
— Me estás perdiendo.
— ¡No podía escribir! Necesitaba una base algo de donde partir
— Tienes la premisa, el guion.
— Pero ahí radica el problema. Estoy llegando a un lugar en desarrollo. Soy un mero espectador, no puedo contarte que paso ahí porque he llegado tarde.
— Tiene un poco de sentido.
— En estos momentos estoy haciendo trabajo de campo, de detective. Quiero saber que paso antes, cómo llegamos a ese momento. Cuando sepa eso, entonces y solo entonces, podré escribir. — No me agradezcas, es mi trabajo ayudarte.
— Pero que dices.
— No podías escribir, ya no estas bloqueado
— Te lo dije al principio no es que no pueda escribir…