– La paciencia es la clave, creeme, se de lo que hablo.

Dio un sorbo a su café para infundir dramatismo al momento, se quedó mirándola, esperando una respuesta.

– No voy a refutar eso, es algo que nadie te puede enseñar. Un instante y te pierdes el momento. No hay lugar para dudas, tienes que hacerlo sin titubear.

Le pareció una respuesta vaga, impersonal, alejada del momento. Quería saber más, quería sacarle las palabras pero no lo lograba.

– ¿Por qué no sigues tu consejo? – Sonrió con malicia.
– ¿A que te refieres? – Contestó confundido.
– Te ves nervioso, desesperado. Respira. Se paciente. – Le dijo mientras pedía otro café.

Soltó una risa que llamó la atención de todos en el café. Se sonrojó pero no le importó.

– Tienes razón. – Se relajó, la conversación comenzó a fluir.

De repente ella le dijo:
– Nunca trabajo sola, es más fácil cuando tienes un equipo.
– ¿Un equipo? ¡Ah! tienes asistentes.
– No exactamente…

Los vidrios de la cafetería se rompieron. Todo pasó muy rápido. La confusión se apoderó del lugar.
Al suelo cayó un hombre que se encontraba sentado en la barra, tenía un tiro en la cabeza.
El fotoperiodista estaba muy confundido, no entendía que estaba sucediendo. La mujer había desaparecido, en su lugar había una nota.

Te regalo este momento, apresúrate, no pierdas la oportunidad de documentarlo.

Al estar de manera fortuita en el momento exacto, en el lugar correcto, el fotoperiodista logró realizar el disparo perfecto.