– No recuerdo como pasó. Iba manejando, eso lo recuerdo. Los carros avanzaban fluidamente, más rápido de lo permitido, como es habitual. Tenía mucho sueño. Había estado trabajando hasta tarde toda la semana, quería terminar mi proyecto para poder por fin, descansar. Cuando por fin logré hacer la entrega, decidí que quería salir a pasear con mi familia. Hacía mucho que no lo hacía. Siempre estaba trabajando. Me gusta trabajar, no lo niego, me divierte. Recuerdo que comencé a pestañear. Puse música, comencé a cantar. Eso siempre me animaba.

– ¿Por qué no te detuviste?

– No quise. No lo sentía necesario. Ya había manejado cansado. Creo que siempre estaba cansado, como si nunca hubiese logrado dormir bien. Siempre había algo que arreglar, algo que pensar. Lo consideré mi estado normal, lo acepté como algo mío. Canté, tomé agua. De pronto sentí un golpe y todo se apagó. ¿Sabes que fue de mis hijos?

– Murieron, el golpe que sentiste fue porque te quedaste dormido. Impactaste contra un autobus que estaba parado por el tráfico. Murieron instantaneamente. Tú giraste el coche, entiendo que fue instinto, te protegiste. La ambulancia tardó un poco en llegar. Intentaron reanimarte pero no lograron nada.

– Yo los maté.

– No fue tu intención.

– ¡Pero fue mi culpa, pude haberme detenido, pude haber hecho las cosas de manera diferente!

– No importa ya

– ¿Pero como es que no va a importar? ¡Yo los maté!

– No importa porque no hay nada que hacer. Ya hemos tenido esta discusión antes. Estoy aquí para ayudarte a cruzar pero primero tienes que aceptar lo que pasó.

– No puedo, lo arruiné todo.

El copiloto suspiró. – Entiendo, déjame aquí. Podemos intentarlo después.

Bajo del auto. Lo vio alejarse rápidamente, con un movimiento errático. Sabía que el proceso podía tardar meses, quizás años. El tiempo se medía diferente ahí pero el también fue humano alguna vez y conservó la constumbre.

Al día siguiente, un automovil se detuvo frente a él. El conductor parecía confundido, preguntó por direcciones.

– ¿Puedo acompañarte?

– Si, necesito ayuda. ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy?

– Moriste.

– No recuerdo como pasó…